sábado, 23 de julio de 2011

Días Vacíos

Hay días en que todos nos cansamos. Incluso los seres luminosos sienten el agobio, el cansancio o el peso del mundo impidiéndoles volar. Hay días en que la inspiración suprema que parecía alentarnos se suspende, se retira, se va. Son esos días vacíos, que pueden estar llenos de cosas, de mucho hacer, pero que son profundamente vacíos. Esos días en que todo el día es moverse, pero sin un sentido, o en un contra-sentido, en que el tiempo y las energías son consumidas por el trámite absurdo, la diligencia vil, la ocupación inútil en que nos pone el Sistema o la rutina (¿cuál es la diferencia?). Esos días de agotamiento y vacío, vacío del hacer mucho para quedarse con nada, vacío del temer que el vacío se expanda y ya no se un momento, un día, sino que el vacío sea la vida. Vacío del sinsentido, del verse caminando entre cientos de personas y decenas de edificios, ocupando oxígeno y energía, y al momento de la luz verde que te autoriza a avanzar, preguntarte para qué dar ese paso, y no tener respuesta. Y no hallarla. Y buscarla y no encontrarla. Hasta que la ayuda de un amigo profundo (aunque quizá ni lo conozcas), te recuerde que hay un sentido profundo y pleno esperándote y diciéndote que todo puede cambiar. Que puede cambiar el mundo y que puedes cambiar tú. Y que los días vacíos son sólo eso. Unos cuantos días vacíos.

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