martes, 29 de junio de 2010

Ojo con las Ideas Humanistas: Banca Pública


Desde los años noventa que los Partidos Humanistas en todo el mundo vienen proponiendo la creación una Banca Pública sin interés que realice préstamos a pequeños empresarios dedicados a actividades productivas o que quieren emprenderlas con tasas de interés de cero por ciento. La idea tiene muchos efectos positivos: fomentar el desarrollo productivo con costos bajísimos, pues se trata de préstamos que deben ser pagados, no de subsidios o regalos a los productores; reducir la dependencia hacia los bancos comerciales y sus políticas de usura; incentivar la inversión con un muy bajo nivel de burocracia estatal; permitir que cada pequeño empresario decida libremente como dirigir su emprendimiento, etc. Y además implica instalar en el gasto público un valor fundamental: que el dinero fiscal esté al servicio de las personas y no que las personas estén para acrecentar las arcas fiscales.

Obviamente, en medio del boom neoliberal de los noventa, esta idea no fue tomada en cuenta por la política oficial que ya se entregaba ciegamente a los mandatos del capital financiero internacional y el FMI y propugnaba la conversión del Estado sólo en una organización represiva encargada de la policía, las fuerzas armadas y los tribunales de justicia.

Desde antes de la crisis argentina del 2001 el PH de ese país había realizado potentes advertencias del rumbo excesivamente financiero que tomaba la economía en desmedro de las actividades productivas. No fueron escuchados y la crisis estalló.

A nivel mundial el cuadro fue similiar, pues las fuerzas, entre ellas los humanistas, que alertaban del excesivo poder de la banca internacional fueron desoídas hasta el estallido de la crisis económica, que llevó a todos a reconocer el excesivo papel de los mercados financieros en la economía (además, por cierto, de las ingentes perdidas económicas, quiebra de empresas y banqueros presos). Sin embargo, los gobiernos de todos los países se apuraron en gastar enormes recursos fiscales en salvar a los mismos que habían producido la crisis, desaprovechando un excelente oportunidad para hacer importantes reformas económicas que tendieran hacia el fortalecimiento de una economía productiva y sustentable ambientalmente.

Y las ideas humanistas de Banca Pública Sin Interés que habían sido drásticamente desechadas en la década anterior no se concretizan en los gobiernos actuales, pero ya se reconocen como el camino que el mundo debiera tomar si quiere que la cosa mejore. Así lo dice nada más y nada menos que el Premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz, quien recomienda a los Estados crear Bancos, y se refiere a lo que se ha hecho respecto a la crisis ejemplificando con Estados Unidos, donde la banca privada no está concediendo préstamos y ha entorpecido la recuperación económica: "entregamos a la banca 700.000 millones de dólares. Si hubiésemos invertido sólo una fracción de esa cantidad en la creación de un nuevo banco, habríamos financiado todos los préstamos que se necesitaban."

Ojo con las ideas humanistas.

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