domingo, 4 de abril de 2010

Lo que hicimos en Alhué


Son las 7:30 de la mañana del 21 de marzo, en Livingstone 72, cerca de Plaza Italia, ya hemos llegado los primeros voluntarios que abrimos el Local del PH, tomamos un poco de café y empezamos a bajar las cosas del segundo piso para cargar la micro, que llega puntualmente. Nos vamos anotando y todos pagamos el aporte acordado, porque somos voluntarios que hasta nos financiamos el transporte a Alhué. Idas y venidas, gente que llega, gente que sube al bus, uno que llega en el minuto mismo en que vamos partiendo hacen que a las 8:30 partamos una micro y un auto llenos hacia la comuna metropolitana al sur de Melipilla con la que nos hemos comprometido desde nuestro viaje de dos semanas antes a apoyar con más que la comida urgente de esos primeros días post-teremoto, con la que nos hemos comprometido a apoyar con organización, con creación de redes, con apoyo humano.

La ruta por la carretera, al salir de Santiago, es gris y fría, no sólo por el asfalto de la ciudad, sino por el amenazante cielo que nos brinda incluso neblina. Pero al acercarnos a Melipilla el panorama empieza a cambiar, y para cuando ya hemos tomado el desvío a Alhué un luminoso sol y un cielo azul intenso nos dan la bienvenida. En la Plaza de Villa Alhué, la capital comunal, nos encontramos con Fidel y Mario, nuestros amigos humanistas en la comuna, que han dedicado años al trabajo social en la zona y han logrado que nuestros talleres se puedan dar en varias localidades de la comuna, pudiendo llegar fácilmente a buena parte de los habitantes de Alhué.



Apenas nos bajamos del bus tomamos unas fotos para registrar el viaje y partimos de inmediato a realizar los talleres, unos para El Asiento, otros para Píchi, otros ayudando en Villa Alhué. Yo voy por el taller de Organización para la Reconstrucción a conversar con un Comité de Vivienda de El Asiento. Cuando llegamos a la sede social donde será la reunión apenas han llegado un par de señoras, la presidenta del Comité es una de ellas y nos cuentan que aún no tienen mucho definido y que llevan ¡cinco años funcionando! La situación es distinta a lo que habíamos pensado, pues son allegadas que no perdieron su casa con el terremoto, pues nunca han tenido un propia sino que viven en casas de familiares. Empezamos la reunión formalmente, nos presentamos, entregamos la información de manera muy precisa en base a sus necesidades, pues les han prometido un terreno donde levantar sus casas, y les explicamos que pasos siguen a eso y como formalizar y legalizar todo para que se concrete la obtención de sus viviendas. Cuando terminamos esa primer intervención nos dicen que somos los primeros en informarles exactamente cuáles son los trámites que deben hacer, cuales son las responsabilidades de ciertas instituciones, como la municipalidad y la SEREMI de Vivienda, que plazos tienen y como pueden apurar el cumplimiento de los plazos. Nos cuentan que antes han hablado con ellas funcionarios del SERVIU y del Municipio que les decían que “hay que hacer tal cosa y va un poco lento” sin entregarles mayores datos, envolviendo todo en un tono nebuloso, dejándolas muy confundidas. Hacemos hincapié en lo fundamental de la organización para que las cosas lleguen a buen puerto, en lo importante de que todas participen en las acciones del comité, pues no se trata de delegar a la directiva sino de actuar en conjunto, muy coordinadamente, donde todas y todos los miembros del Comité aporten a la obtención de las viviendas y así entre todos logren su casa, les damos datos prácticos de como hacer más eficiente la comunicación y las reuniones y nos dicen que ahora que tienen la información clara, que sienten que los apoyamos, ven con más confianza obtener su casa. En todo el diálogo ha habido muchas preguntas y de pronto una de las asistentes nos dice ¡”que bueno que vinieron! Yo pensé que esto de tener casa ya había muerto, pero ahora que ustedes nos han explicado todo parece que sí vamos a poder tener casa”. Fue el momento épico en que sentimos que todo lo que pensamos, organizamos e hicimos tiene sentido.



Termina la reunión y nos vamos al furgón con la euforia de sentir que en dos horas de conversación hemos logrado hacer un aporte fantástico. Un comité que estaba muy inactivo, que tenía mal clima interno, cuyos miembros estaban perdiendo la fe en lograr sus casas, de pronto renacía con ánimo por el humilde intento de ayuda que un grupo de voluntarios humanistas habíamos realizado. Era la primera vez en que lo importante no fue justificar las acciones de la municipalidad, del Serviu o de la Minera local, sino que las personas que buscan tener su casa tengan la información clara y precisa de qué tienen que hacer, y la entrega de ánimo entusiasta para hacerlo.



Vamos camino a la Villa Alhué y en la radio comienza otro de nuestros talleres que pretende convertir a ese medio de comunicación comunal en un espacio de ánimo y apoyo para todos los vecinos afectados por el terremoto y que se sienten un poco desamparados. Aprovechando la visión humanista se informa a los vecinos de cómo convertir este desastre en una oportunidad de apoyo mutuo, de volver a comunicarse con el otro, de retomar el contacto con los amigos para reconstruir Alhué de manera mucho más humana. Se cuenta de los talleres que estamos haciendo en toda la comuna y se intenta comunicar que los alhuinos no están solos, sino que muchos voluntarios que queremos construir un mundo humano, comunicado, solidario, con redes de organización y esperanza al futuro andamos por todo Alhué intentando ayudar con ese espíritu.



Más tarde, cuando conversemos todos los voluntarios, quienes estuvieron en la radio nos contarán que a los diez minutos de programa ya recibían llamado de vecinos agradeciendoles la realización de un programa así. También sabremos de los agradecimientos de los vecinos a quienes hicieron el taller de ayuda sicológica, pues fue el primer espacio donde muchos hablaron por primera vez de los temores que el terremoto les dejó y comprendieron lo natural de aquello, que no eran los únicos en sentir eso y que el primer paso para superarlos era conversarlos abiertamente con otros, con sus amigos que habían sufrido lo mismo. Nos enteraremos también de las sonrisas de los niños que asistieron muy masivamente a los talleres infantiles en que jugaron y recibieron juguetes donados por los apoderados de un jardín infantil de Ñuñoa y de la felicidad de sus madres de poder verlos divertidos y contentos en medio de un panorama de preocupaciones y temores.



En la tarde nos reunimos todos en la Plaza para volvernos a Santiago y sentimos que el día a sido memorable por toda la acción válida que hemos realizado: entregamos nuestro aporte a la organización de los vecinos, apoyamos con trabajo interno para superar el trauma, convertimos la radio en un centro de irradiación de ánimo y apoyo, jugamos como niños con los niños del pueblo y enmarcamos todo en una acción permanente, pues Mario, que es concejal, y Fidel mantendrán su trabajo en la zona y le darán la mejor continuidad a nuestro esfuerzo, dando ejemplo de lo que siempre hemos creído: que toda acción, y sobre todo la acción política tiene sentido cuando ayuda a otros, cuando cumple con eso de tratar a los demás como queremos ser tratados.



Ha sido una buena jornada, hemos hecho nuestro pequeño aporte, al igual que muchos humanistas en todo el mundo día a día, por acercar ese futuro humano que tanto queremos.






Por Ignacio Torres, miembro del Equipo Coordinador de la Campaña PH x Chile.


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