miércoles, 20 de junio de 2012

Las Condiciones del Diálogo

"No habrá diálogo cabal sobre las cuestiones de fondo de esta civilización hasta que se empiece, socialmente, a descreer de tanta ilusión alimentada con los espejuelos del sistema actual. (...) Entre tanto, el diálogo seguirá siendo insustancial y sin conexión con las motivaciones profundas de la sociedad. Sin embargo, está claro que en algunas latitudes se ha comenzado a mover algo nuevo, algo que empezando en diálogo de especialistas estará luego ocupando la plaza pública."

Silo
Al recibir el Doctorado Honoris Causa de la Academia de Ciencias de Rusia



lunes, 18 de junio de 2012

¡Mar para Bolivia!


“¡Mar para Bolivia! ¡Mar para Bolivia! Integración latinoamericana y superación de guerras imperialistas del siglo antepasado YA” es lo primero que se me ocurre escribir en las redes sociales cuando me entero que el tema está en la pauta de los medios de comunicación masivos, a propósito de la Cumbre desarrollada en Bolivia y, unos días después, de las palabras del Presidente Evo Morales al respecto. La reacción es llamativa: amigos destacan la frase, la comparten, la comentan. Es una reacción llamativa pero que no me sorprende. Estoy seguro que día a día aumentan las personas en Chile que están a favor de que Bolivia tenga una salida soberana al mar, pero sobre todo, cada día hay más gente convencida de la necesidad de avanzar decididamente en la integración de los países latinoamericanos, superando los efectos de antiquísimas guerras y divisiones en el continente.
Cuando se fundó el Partido Humanista en 1984, se incluyó en la Plataforma Humanista (el documento programático del PH en esos años) la entrega de una salida soberana al mar para Bolivia. La reacción de la prensa y la clase política dictatorial y de oposición fue de una burla cerrada. Nadie dio crédito a lo que planteaba el PH y se pronosticó un abrupto y rápido fin del partido y un rechazo absoluto a la idea. Incluso se encargó una encuesta que afirmó que apenas el 0,6% de la población apoyaba la entrega de territorio a nuestro país vecino. El año 2005 el PH seguía vivo, tenía un candidato presidencial muy destacado en la figura de Tomás Hirsch, y mantenía todas las propuestas planteadas en 1984, incluyendo el de mar para Bolivia. Una nueva encuesta de ese año determinó que el 26% de la población apoyaba la medida humanista, en pleno contexto de un silenciamiento profundo al PH y a sus ideas durante todos los años noventa. Han pasado siete años desde esa fecha, no se ha hecho ninguna encuesta al respecto entre tanto, pero el movido clima político y social del país hace pensar que aquella cifra de apoyo sigue creciendo y consolidándose.
Y aquello es de lo más natural si vamos viendo que poco a poco, pero vigorosamente, va instalándose la conciencia colectiva de que el conflicto entre Chile y Bolivia es la herencia de una guerra promovida por capitales extranjeros y potencias imperialistas del siglo XIX que buscaban sacar rédito a los recursos naturales de la zona que actualmente es el norte de Chile. Seamos claros: el nombre de Guerra del Pacífico no es más que un eufemismo para una confrontación que debe llamarse con propiedad Guerra del Salitre, pues ese recurso era el que estaba en juego y la razón por la cual Chile desplegó sus tropas en territorio boliviano… para que el gran ganador de todo fuera el magnate inglés John Thomas North.
Vale la pena entonces preguntarse ¿Por qué dos pueblos hermanos, que comparten mucho y pueden desenvolverse en el futuro con grandes posibilidades si trabajan juntos, siguen divididos por una guerra del siglo antepasado que fue movida por intereses extranjeros? Claramente la respuesta a esa pregunta será que aún se mantienen muchos de esos intereses y que se han creado otros nuevos a los cuales les beneficia la situación actual. Por eso, urge que los pueblos de ambos países y de toda Latinoamérica se empoderen, asuman decididamente el desafío de superar las divisiones del pasado y trabajen por la integración. Porque está claro que la clase política, al menos la chilena, no tiene ningún interés en que la situación cambie y mejoren las cosas para nuestro continente. Sólo los pueblos, en cooperación y sintonía son los que pueden permitirnos avanzar



lunes, 11 de junio de 2012

Agradezco el Homenaje a Pinochet

   Cuando me enteré que se iba a realizar un homenaje a Agusto Pinochet en el Teatro Caupolicán no podía creerlo. Que existieran personas capaces de rendir honores al cabecilla de la peor represión en la historia del país me parecía inaudito. Que además quisieran hacerlo en el lugar que fue ícono de los actos democráticos de la república que se acabó con el golpe de estado, donde hubo tantas proclamaciones de los partidos de izquierda, donde se realizó el único acto público contra el montaje del plebiscito de 1980, me pareció inaceptable.

   Pero ahora agradezco este homenaje.

   Que un puñado de fanáticos se haya atrevido a convocar a ese acto y hayan llegado apenas unos centenares de personas es una señal del profundo agotamiento del pinochetismo. Que los dirigentes de la derecha se vieran acorralados y su defensa del acto se limitara al argumento de la libertad de expresión, muestra que, por fin, a estas alturas es inviable defender el gobierno más monstruoso de la historia de Chile. Que ningún referente activo de la derecha se haya aparecido por la calle San Diego da muestra que ese pinochetismo vociferante de antaño se apaga inevitablemente. Por fortuna para todos.

   Pero más que agradecer el acto por dar cuenta de la profunda decadencia del pinochetismo, agradezco este homenaje por la esperanzadora y luminosa reacción de tantas personas que enérgica y decididamente se manifestaron en contra por todas las vías que les fueron posibles. Ver las cadenas de mails, publicaciones en redes sociales, comentarios, notas de prensa, conferencias, afiches y un cuanto hay imaginable de mensajes de repudio a la barbarie autoritaria que consumió al país durante 17 años alegra el más gris de los domingos. Caer en cuenta de que la labor constante y permanente de las organizaciones de derechos humanos, de víctimas de la represión dictatorial y de todos aquellos que quieren construir un nuevo mundo justo y humano ha tenido efecto y ha calado en la sociedad chilena es la mejor lección que podemos tomar de este absurdo homenaje.

   Entro a facebook y veo las cientos de publicaciones respecto a esto, observo las fotos de tantas y tantos jóvenes comprometidos que fueron asesinados por la dictadura, miro el dibujo de Jorge Peña Hen y sus alumnos de música colgado en el muro de un amigo, y compruebo que la memoria existe, que sus casos no han caído al olvido, que hay reivindicación de su ejemplo y su lucha. Veo que toda la labor realizada no ha sido en vano.

   Las romerías, las funas, las velatones, las marchas, las querellas, todas y cada una de las muchísimas acciones desarrolladas para denunciar los crímenes de la dictadura y vencer la impunidad han surgido efecto. Muchos no querrán verlo, pero hoy a quedado en claro la profunda convicción de rechazo que se ha instalado entre la gente sobre la dictadura y su macabra obra, que no sólo se limita a las vidas cegadas y los cuerpos torturados, sino que se extiende a la imposición de un modelo inhumano e injusto que nos subyuga hasta estos días.

   Sólo queda, entonces, impulsar a esa conciencia a no quedarse en el repudio al pasado, sino que al avance hacia la construcción de un nuevo Chile y un nuevo mundo, verdaderamente humanos, que serán la mejor respuesta a los inaceptables homenajes a la muerte, la opresión y la violencia.








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