Un relato de violencia y agresión previo a Navidad
Es jueves previo a Navidad y los estudiantes secundarios convocaron a una Marcha por la Educación a las 10 de la mañana en Plaza Italia. Yo no voy porque la vorágine de fin de año me tiene colapsado. Tomo mi bicicleta para llegar a una clase a la Universidad y cerca del mediodía circulo por el Barrio Italia, en Providencia. Cuando me voy acercando a Seminario con Bilbao noto que algo pasa: hay congestión vehicular, circular mucha gente a pie, escucho gritos y sonidos de sirenas policiales. Al llegar a la intersección veo una barricada armada con papeles y unos cuantos palos, escucho los carros policiales acercarse y observo como corren por Seminario hacia el sur un grupo de personas. Me detengo a observar la escena en la esquina norponiente, justo donde hay una sucursal del Banco de Chile y veo como unas adolescentes están mirando la escena, sacando fotos y conversando con un caballero anciano, de bastón y sombrero.
De pronto, pasa lo impensado: un grupo de unos cuatro o cinco hombres adultos, vestidos de oficinistas, comienza a gritarles a las jóvenes: “¡Rotas! ¡Putas! ¡Váyanse de aquí!” Se les suma una mujer vestida de blusa blanca, que histéricamente les grita “¡ustedes van a ser siempre pobres!” Se acercan enajenados y agreden a las estudiantes, éstas manotean para defenderse, y yo me acerco y pido calma, “¡Tranquilícese, tranquilícese!” le digo al hombre de camisa celeste y pelo cano que lidera la agresión y que golpea a una de las chicas “¡Te voy a meter preso! ¡Te voy a meter preso hueón! ¡Voy a llamar a mi abogado!” es su respuesta. Sale otro hombre desde el Banco y me grita “¡no defendai huenoas ahuenao!” En un minuto la escena se vuelve confusa y muy violenta.
Al lado de una barricada hecha por estudiantes, los respetables funcionarios de un banco y de empresas del sector son unos energúmenos violentistas que agreden al que se les pase por delante. A las jóvenes les gritan y las insultan por todo: porque son jóvenes, por cómo se visten, por como hablan, por estar ahí. En medio de la trifulca, y un poco desde atrás por estar sujetando mi bicicleta, veo como los hombres vestidos con un logo corporativo son los máximos exponentes de la discriminación y la agresión hacia otras personas. Y me sorprende la respuesta de las estudiantes: Se enojan, manotean para defenderse, pero a pesar de todo intentan dialogar: “¿por qué le molesta que sea pobre? ¿cuál es el problema con mi ropa?” Son las frases que les dicen a los adultos. Llega un piquete de Fuerzas Especiales y separa los grupos. El hombre agresor vestido de celeste se comporta aún más furioso y les grita a los policías que metan preso a los jóvenes, que tiene fotos, que son unos rotos, que yo vengo con ellos… me acerco a un carabinero y le cuento lo que ví: que un grupo de hombres adultos de un momento a otro comienzan a agredir a las jóvenes estudiantes verbal y físicamente. La respuesta del hombre de verde está para el bronce: “No tengo tiempo de escuchar sus historias”, y se sube al furgón y se va.
La policía ordena que todos despejemos el lugar, y varios de los agresores entran al banco, otros dicen “yo trabajo ahí” indicando la vereda de enfrente. Me corren del lugar también y veo que mi bicicleta no se mueve… por el lugar donde estaba, es evidente que uno de los hombres agresores le dio una patada cuando traté de intervenir para calmar los ánimos, y me queda claro que recibí algo más que una sarta de insultos. Camino un par de cuadras hasta el taller de Condell con Marín donde verifico que el daño es más grande de lo que pensé: me rompieron un rayo de la bicicleta, la cámara y el neumático. Esperando el arreglo veo como la policía circula por el lugar tomando detenidos a estudiantes que transitan por ahí y pienso en que los que dañaron mi bicicleta están cómodamente sentados en sus oficinas de las empresas donde trabajan, felicitándose a sí mismos por agredir a estudiantes y transeúntes, por ser unos ejemplos de hombres de bien.
Pedaleando por el Parque Bustamante no puedo pensar en otra cosa que el haber comprobado nuevamente que la violencia viene del Sistema y de los tontos útiles que creen en él… Ojalá que cada día sean menos de aquellos y muchos más de los que se atreven a luchar por un nuevo Chile y un nuevo mundo. ¡Amén!
Publicado originalmente el 22 de diciembre de 2011 en http://partidohumanista.cl/component/content/article/913-otra-prensa/880-un-relato-de-violencia-y-agresion-previo-a-navidad